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De Baviera hasta Purranque: El largo camino de Katrin Runge, que dejó los jardínes infantiles para vivir de la leche de cabra en el sur

Un gato, dos perros, gansos, pavos y cabras, muchas cabras. Ese es el panorama que uno encuentra al visitar la granja Praderas del Sur, en pleno camino entre Purranque y Osorno.

Podrás leerse como un escenario común para la provincia, pero la percepción cambia, para muchos, al saber que la creadora de todo este particular mundo y también, negocio familiar, es una alemana educadora de párvulos.

Se trata de Katrin Runge, quien dejó todo en Baviera para llegar al sur de Chile a vivir de la producción de la leche de cabra y sus derivados. Lo hizo hace 33 años y hace 24 se estableció en Purranque, donde además de la venta de sus productos derivados de la leche de cabra mediante Praderas del Sur, en el último tiempo, además, le dio una vuelta a su negocio, al que añadió los tours en su campo: una caminata con cabras y otra denominada como la caminata consciente.

Katrin recibió a Nativo del Sur en su hogar e hizo un repaso de su historia: su llegada a Chile, su arraigo con Purranque, su negocio, su amor por las cabras, que la hace levantarse todos los días a las 6 de la mañana para alimentarlas y el cómo surgió la producción del queso de cabra, como consecuencia de la falta de compradores para la leche que producían.

“Yo me crié los primeros seis años en Arabia Saudita. Eso nunca lo he contado en la entrevista, pero ahí también tuve mi primera experiencia con una cabra. Y mi padre, nacido en la Segunda Guerra Mundial, también sobrevivió porque tenían dos cabras y tomaban leche de cabra”, explicó

Katrin, primero que todo ¿qué te hizo venirte desde Alemania hasta Chile?

Yo me fui de Alemania en el año 89 a Israel a ser voluntaria y ahí conocí muchos chilenos y por eso después quería conocer Sudamérica y llegué a Chile. Otro chileno me dijo: “Puedes ir a la a la comunidad de Cochihuaz (en el Valle del Elqui)” y por eso llegué también como voluntaria allá.

Ahí empezó este camino

Yo cuando llegué a Chile primero conocí el norte, después llegué al Cajón del Maipo. Me encantó. Me enamoré de un chileno y él justamente estaba haciendo un trabajo sobre cabras en la cordillera en el Cajón, no sobre las cabras.. sobre la vida de los arrieros. Él ya no quería seguir estudiando y yo estudié educación de párvulo en Alemania y estaba trabajando en un colegio bilingüe en Las Vizcachas en ese tiempo. Entonces me preguntó si me gustaría tener cabras. Yo sin pensarlo le dije al tiro que sí, que me encantaban. Me gustan los animales.

Mi abuela tenía vacas en Alemania y para mí eran las mejores vacaciones. No tenía tantas, no sé, como 25 vacas, pero tenía también ovejas, tenía gallinas, también carneaba las gallinas, hacía su mermelada. Entonces por eso, dije que sí y después estuvimos cinco años allá en el Cajón.

¿Qué pasó después del paso por el Cajón del Maipo?

Después nos fuimos a Colina pero ahí las cabras estaban encerradas porque nos contrató una empresa, Chivita, que fue la primera empresa que introdujo a Chile el queso de cabra.  En Chile todos comían el queso de cabra del cajón del maíz y también en el norte, pero ellos eran como los primeros que empezaron a introducir el queso así como como legal, se puede decir.

Ahí ahorramos, ahorramos, vendimos también nuestra leche, llevamos nuestras cabras también a esa empresa y y después de cinco años ya dije yo tenemos que irnos al sur, con las cabras. Le dije que era mejor estar en el sur, que el pasto.

Así de a poco fueron acercándose a la provincia de Osorno

Primero fuimos a Chillán, San Fabián de Alicó. No tan lejos al sur. Y era en septiembre, yo estaba con 5 meses de embarazo de mi segundo hijo y era tanto tanto calor que yo dije que no, no pueden vivir las cabras con tanto calor. No sé si ellas o yo jaja. Fuimos a mirar.

Después fuimos más al sur, Los Ángeles, Angol, pero después pensamos quizás el conflicto mapuche… nos fuimos más al sur y llegamos por casualidad acá a Purranque por un dato de mi ex suegro que conocìa en ese tiempo al alcaldem quien vendió este terreno y yo vine con mi hijo ya recién nacido a conocerlo y me gustó.

KATRIN RUNGE Y PRADERAS DEL SUR: LA LECHE DE CABRA COMO FORMA DE VIDA

Katrin explicó que una vez decidieron comprar el terreno en Purranque, no se vinieron inmediatamente. Siguieron trabajando en Colina y compraron tres hectáreas en 1997 de este espacio en la provincia de Osorno y luego otra parte en 1999. Ya en 2001 se vino con su esposo y tres hijos definitivamente.

En este proceso y en el despegue del negocio de las cabras, su padre, que viajaba de Alemania a verla, fue fundamental.

“Fue hace como 26 años. Llegó de visita, estaba recién nacido mi tercer hijo y él dijo,  “¿Por qué pensamos en 100 cabras?”. Nos dijo que con tres hectáreas no podíamos criar 100 cabras. Entonces, en vez de venirnos después de tres años nos quedamos dos años más allá, seguimos trabajando y compramos la otra parte.

¿Y cuándo fue que surgió Praderas del Sur?

Primero nosotros llegamos acá pensando que íbamos a vender la leche. No teníamos pensado vender queso. Llegamos con casi cien cabras y teníamos más pero vendimos a la empresa y con esas hicimos parte de la casa y el galpón.

¿Y ahí empezó el negocio?

Primero, no nos resultó vender la leche porque la persona que nos iba a comprar, que era el primero que llegó acá con cabras, que era de Hueyusca, empezó con 300 litros diarios, pero no tenía la venta estable del queso, entonces casi quebró. Incluso, le compramos algunas cabras. No pudimos venderle la leche porque él dijo: ‘No, no tengo quien me compre los quesos’. Y tuvimos que ver qué hacíamos nosotros ahora que teníamos tanta leche. Empezamos a buscar diferentes queserías pero nadie se interesó en hacer queso de cabra, pero si habían compradores en Santiago.

¿Qué clase de queso querían en Santiago?

De cabra igual. Había alguien de Santiago que dijo: ‘Yo vendo el queso de cabra de ustedes, pero acá en Santiago. Tienen que hacerlo y se los vendo’. Nosotros no teníamos pensado hacer una quesera ni nada de eso y tuvimos que buscar una quesera que nos hiciera como maquila porque necesitamos con queso con resolución sanitaria. El primer año trabajamos con la resolución sanitaria como maquila, donde otra persona hizo los quesos y después pedimos un crédito con Indap e hicimos nuestra quesera. Desde el 2002 tenemos la resolución sanitaria.

El nacimiento oficial de Praderas del Sur

Antes con la maquila ya empezamos a poner la marca: Praderas del Sur. Quisimos hacer Praderas del Sur porque era para destacar que este es un queso que viene del Sur y de praderas porque los animales comen pasto de praderas seco o en potrero. Inscribimos la marca y lo que pasó después de tres años fue que me separé de mi ex marido, porque si bien habían otros problemas, no estaba bien la economía acá, así que dije: me voy a hacer cargo yo. Estaba trabajando en el Colegio Alemán de Purranque en párvulos y estuve como tres años con las cabras y trabajando y ahí dije no, era muy insalubre para mí y los niños, que estaban chicos, así que decidí que en vez de pagar a una persona que se haga cargo de las cabras, mejor lo hago yo y ya no trabajo. Era un riesgo pero aquí estoy y funcionó.

¿QUÉ OFRECE PRADERAS DEL SUR?

Esto marcó un antes y después para Karin, ya que desde aquella decisión en 2008 hasta la actualidad, su negocio ha proliferado y ha ido más allá de solo el queso de cabra, produciendo gracias a sus 26 cabras adultas y su quesería, manjar, jabones y hasta ricota, que se hace del suero.

Katrin Runge

El manjar es uno de los principales atractivos. Katrin vende al Hotel Explora al por mayor y acaba de cerrar un cliente que lo utiliza para hacer helados en Frutillar y Puerto Octay

Además, el emprendimiento también se ha extendido al turismo con dos guías en el campo de cabras de Katrin.

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