Juan Pablo Andrade

Juan Pablo Andrade, el hombre que rescata la música y el patrimonio de Río Negro

La primera melodía que escuchó fue, “Para Elisa” de Ludwig van Beethoven cuando tenía 8 años y desde ese día Juan Pablo Andrade, no tuvo ninguna duda: decidió que dedicaría su vida a tocar el piano.

Oriundo de Río Negro, el músico con pasos por la Corporación Cultural de esta misma comuna y socio del Festival de las semanas musicales de Frutillar, durante la pandemia focalizó sus energías en dar clases de piano a alumnos de las comunas de Osorno, Puerto Varas y de toda la región de Los Lagos. Además que encontrar su lugar en Río Negro.

Su amor por la música fue inmediato. Tal fue el impacto que lo primero que le pidió a su padre fue un teclado como regalo de Navidad. Hoy tiene más de 12 pianos con los que forma a los nuevos talentos musicales de la provincia.

Juan Pablo recibió en su casa, donde alberga conciertos, a Nativo del Sur y conversó de su amor por la música, su conexión con la provincia y principalmente con Río Negro y sus planes a futuro respecto a la cultura de la zona.

¿Cómo fue esa espera por ese primer teclado?

La verdad es que siempre fui un buen alumno en básica por lo que no me costaba pedir cosas, porque tampoco es como en los tiempos de ahora que llegan muchos regalos. Uno en ese tiempo se tenía que esforzar en lo académico y hacer méritos durante el año para poder obtener un regalo.

Recibí con mucha ansiedad el teclado y la verdad es que fue una maravilla. Ahí comencé a asistir al Conservatorio de Música Carolina Klagges, viajaba una vez por semana.

Sacrificado, Juan Pablo…

Sí, pero era la única manera. Posterior a eso se dio la oportunidad de comprar un piano alemán antiguo que estaba donde yo estudiaba. Fue mi primer piano.

¿Qué recuerdos tienes de eso?

Se me viene a la cabeza mi padre. Él era un hombre de campo súper sencillo,  sensible que me apoyó incondicionalmente en todo lo que se trataba de la música.

Antes que el piano llegara a mi casa él se preocupó de reforzar la casa porque estaba en una ladera. Para mí hasta el día de hoy ese sector significa mucho para mí.

En ese mismo sentido: ¿existe una canción que atesores o te recuerde a tu padre?

Si, El siempre escuchaba la Radio Musicoop en el almuerzo. Recuerdo que la radió tocó una canción y le gustó mucho la melodía. Ahí yo empecé a buscarla, tuve que llamar por teléfono a la radio y grabar la melodía con un cassette. Esa canción provocó mucha emoción en él, por lo mismo decidí tocarla cuando él falleció.

Un lindo homenaje

Si, tanto así que no fui capaz de tocarla por tres años.  A él le gustaba mucho esa canción (“Balada para Adelina” de Paul de Senneville y Olivier Toussaint) y creo que fue la primera melodía que me hizo entender como uno puede conectar la música con los sentimientos, con lo esencial.  Con esta pieza siempre honro a mi padre. Afirmar la casa fue un sostén para convertirme en el pianista que soy ahora.

Juan Pablo recuerda que la decisión de estudiar música era invalidada por la mayoría de las personas. “Si estudias pura música te vas a morir de hambre”, le decían. Sin embargo, luego de un año estudiando Ingeniería Comercial, decidió seguir su verdadera pasión. Ese amor por las melodías, que nació con un pequeño teclado y fue cimentado con el sacrificio de su padre, no solo definió su carrera, sino también su visión del futuro.

Hoy en día, Juan Pablo Andrade es profesor de piano, estuvo a cargo del coro de Río Negro durante 12 años, participó en el programa de Chilevisión “Pequeños Gigantes”, donde obtuvo el segundo lugar, y ahora uno de sus discípulos brilla en una de las escuelas de música más prestigiosas de Europa.

Juan Pablo Andrade y cómo logró que una casa de Río Negro fuera Monumento Nacional

Con el mismo ímpetu con el que abrazó la música, Juan Pablo decidió proteger y preservar la historia de su entorno. Su vínculo con el piano y los recuerdos familiares lo llevaron a valorar el patrimonio local y emprender un nuevo desafío: rescatar la casa donde hoy vive, logrando que fuera declarada Monumento Nacional en la categoría de monumento histórico, el 28 de septiembre de 2012.

¿Cómo lograste ese hito, Juan Pablo?

El 2011 inicié los trámites. Es el único monumento nacional en Río Negro, me costó dos años de trabajo tratar de hacer ver el patrimonio que tiene, la gente cree que con el solo hecho de ser vieja se declara y la verdad es que no. Hay que saber encontrar el valor de la casa y sacarlo a relucir.

Es más, esta casa debe cumplir siempre con tres cláusulas, según Juan Pablo explicó.

1.        Que nunca se haga dentro de la casa profetismo político ni religioso.

2.        Que siempre sea un espacio dedicado a la cultura.

3.        Que de pasar algo con la agrupación, ellos mismo decidirán quien sigue con esto.

¿Cómo te proyectas acá?

A mí me gustaría que el día de mañana hubiese en cada habitación de esta casa un piano, que la casa esté completamente restaurada, con valores exquisitos y únicos. Me imagino dando clases, todas las salas sonando, algo lindo para Río Negro. Que la gente al entrar se sorprenda por la energía, por los pianos, por el ambiente. Trato de que cuando se hagan eventos acá tanto el artista como el visitante tengan una excelente experiencia dentro de la casa.

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