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“Zapato Amarillo”: El hostal con historia familiar y fuerza de mujer

Puerto Octay, un paraíso al sur de Chile, se ha convertido en el refugio perfecto para Erika Schaller (85), Bárbara  (65) y Mónica Wandel (63), tres mujeres que decidieron cambiar sus vidas y apostar por un sueño en familia. Juntas, estas madre e hijas de origen chileno-alemán, han dado vida al hostal “Zapato Amarillo”, un espacio acogedor que promete descanso, naturaleza y una experiencia culinaria inolvidable.

Un viaje de ida y vuelta: la historia de un regreso esperado

Bárbara y Mónica nacieron en Chile, pero a temprana edad dejaron el país junto a sus padres para radicarse en Alemania. Sin embargo, el vínculo con su tierra natal nunca se rompió. “Siempre tuvimos el deseo de volver”, relata Erika, la matriarca de la familia. “Vinimos de visita varias veces, y en una de esas surgieron las ganas de regresar de manera definitiva”.

Hace tres años, en unas vacaciones en Zapallar, nació la idea de tener un hostal. “Nuestros hijos ya están grandes, tenemos nietos, terminamos con nuestras carreras profesionales, y dijimos: queremos seguir trabajando, pero juntas”, cuenta Bárbara. Fue entonces cuando comenzaron la búsqueda de un lugar en Chile, con una visión clara: querían un rincón tranquilo con vista a un volcán. “El Villarrica nos parecía muy lleno, colapsado. El volcán Osorno estaba en nuestra mente. Encontramos algunas opciones, viajamos y al ver este sitio dijimos: ‘es aquí o nos volvemos a Alemania’. Y aquí estamos”.

Zapato Amarillo: un nombre con historia

El peculiar nombre del hostal tiene su propia anécdota. “Los antiguos propietarios, un suizo y una chilena, querían un nombre que fuera fácil de recordar”, explica Mónica. “Como por aquí se hacen muchas caminatas y trekkings, los zapatos son fundamentales. Se decidieron por ‘Zapato’ y luego sumaron ‘Amarillo’. Hace 25 años que se llama así, y nos pareció perfecto mantenerlo”.

El cambio de Alemania a Chile ha sido, en palabras de Bárbara, una experiencia enriquecedora. “Estamos felices aquí, no nos hemos arrepentido ni un segundo”. Aunque el paisaje en ciertas zonas de Alemania tiene similitudes con el sur de Chile, la diferencia clave está en la gente. “La cordialidad de los chilenos es algo único. En Alemania la gente es más fría, aquí se ríe más”, dice entre risas.

Erika coincide: “Aquí todo es más amplio, más grande. Y además, nos encanta compartir con nuestros huéspedes”.

Un hogar para viajeros

El hostal Zapato Amarillo se ha convertido en un punto de encuentro para familias, parejas y aventureros que buscan tranquilidad y un trato cercano. “Hemos tenido mucha suerte con nuestros huéspedes”, comenta Bárbara. “Siempre nos llegan personas encantadoras. Nos gusta ver cómo se relajan, cómo disfrutan del entorno y de la comida casera que preparamos”.

Uno de los sellos del hostal es la cocina de Erika. “Hago pan integral alemán, kuchen, Müsli… un desayuno al estilo de Alemania, pero con el calor del sur de Chile”, cuenta con orgullo.

Además, el hostal tiene un espacio especial para los más pequeños: “Tenemos una habitación llena de juguetes traídos desde Alemania, y a los niños les encanta”.

Un sueño hecho realidad

Con una calificación de 9,8 en Booking y una comunidad creciente en redes sociales, el hostal Zapato Amarillo se ha posicionado como un destino ideal para quienes buscan desconectarse y disfrutar de la magia de Puerto Octay. “Nos encanta cuando las familias llegan y se sienten como en casa. Esa es nuestra mayor satisfacción”, concluye Bárbara.

Para quienes buscan una escapada rodeada de naturaleza, buena comida y calidez humana, Zapato Amarillo es un rincón que vale la pena descubrir. Pueden visitarlo en https://www.zapatoamarillo.com/

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